Backstory!! : ☆

Nacido en una noche fría el 31 de octubre, durante la festividad de Halloween. Meynwen no llegó solo, tan solo unos segundos antes, su hermano había abierto los ojos al mundo. Y desde ese momento, sus vidas estuvieron entrelazadas por algo más fuerte que cualquier vínculo visible. Xantheus era la calma y suavidad, observando antes de actuar, mientras que él llevaba una energía que parecía llenar cualquier espacio. El equilibrio entre ambos era evidente, porque lo que cada uno tenía, el otro lo recibía como un regalo.La herencia de sus progenitores divinos se manifestaba en él de maneras sutiles pero profundas. De su madre llevaba el magnetismo natural, la facilidad para conectar con las personas y esa elegancia que parecía innata. De su padre, la determinación inquebrantable, la intensidad con la que perseguía sus metas y una fuerza que no siempre era física, sino también de carácter.Desde que era un niño se consideró alguien inquieto, buscando siempre nuevos lugares de exploración y formas de expresión. Durante un viaje escolar fue la primera vez que vió una pista de hielo. Recuerda cómo se acercó al borde, observando a los patinadores moverse como si flotaran. El hielo le parecía un espejo inmenso, frío y vivo a la vez, capaz de guardar las huellas de quienes lo cruzaban. Se enamoró de inmediato. La primera vez que se puso los patines, cayó tantas veces que perdió la cuenta, pero cada caída lo hizo querer levantarse con más fuerza. Con el tiempo, descubrió que sobre el hielo podía ser cualquier cosa: fuerte como el acero, ligero como el aire, preciso como una flecha o libre como una ráfaga de viento.

user @aurasdemiel
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Patinar no se convirtió sólo en una pasión, sino en un lenguaje. Podía contar historias a través de un giro, un salto, un cambio de ritmo; podía liberar emociones que las palabras no alcanzaban a describir. Esa conexión lo acompañó hasta la universidad, donde lidera al equipo de patinaje con un equilibrio entre exigencia y entusiasmo, buscando inspirar en los demás el mismo amor que él siente.Cuando llegó el momento de elegir una carrera, la decisión lo llevó hacia la psicología. Desde que tiene memoria, ha tenido una facilidad casi natural para percibir los matices en el comportamiento de los demás. Le fascinaba descubrir qué había detrás de esos pequeños signos, entender cómo los pensamientos, las emociones y las experiencias moldeaban a las personas. Para él, estudiar psicología es una forma de aprender a escuchar de verdad, de ser un apoyo cuando alguien más lo necesitara, de comprender antes de juzgar.Fuera de las pistas y las aulas, su vida sigue marcada por la presencia constante de su hermano. No necesitan hablar demasiado para entenderse; basta una mirada para compartir pensamientos, para saber cuándo el otro está cansado o cuándo necesita reír. Su hermano es la voz que le recuerda bajar el ritmo cuando su impulso lo arrastra demasiado lejos, y él es quien empuja cuando la calma se vuelve inmovilidad. Juntos han aprendido que no es necesario tener el mismo brillo para iluminar; basta con compartirlo.